La situación de
excepcionalidad creada por la pandemia de COVID-19, que tan duramente está afectando a gran parte de la población en
el ámbito familiar y personal, también está teniendo un fuerte impacto en el desempeño de la profesión docente.
En los últimos diez meses, al profesorado se le ha requerido un esfuerzo y una dedicación adicionales para atender la educación telemática. Los docentes han debido modificar la forma de relacionarse con el resto de los miembros de la comunidad educativa y han visto cómo surgían en los centros problemas antes desconocidos. En definitiva, han cambiado su forma de trabajar.
La pandemia ha evidenciado cómo los recortes y la falta de
inversión de años anteriores han llevado al sistema educativo al límite, rozando siempre los mínimos necesarios en
cuanto a recursos humanos y materiales, y una vez más ha sido el profesorado quien, con su profesionalidad y
entrega, ha sorteado las dificultades a costa de un gran esfuerzo personal para asegurar que los alumnos pudiesen
recibir la atención necesaria, evitando así que se interrumpiera el proceso educativo.
Y ahora, al comienzo del
curso escolar 2020-2021, nos hemos encontrado con un nuevo y gran problema: la falta de profesores. La docencia no
resulta atractiva para ciertos profesionales, sobre todo en etapas educativas como la Formación Profesional,
Enseñanzas Artísticas y, en general, todas aquellas especialidades en las que se puede encontrar empleo con relativa
facilidad en otros sectores.
A pesar de que muchas
personas pueden tener la preparación, la titulación y la vocación necesarias, por la falta de seguridad en cuanto a
continuidad y las condiciones laborales, deciden optar por otra carrera profesional fuera de la educación.
Por tanto, es necesario
hacer atractiva la profesión docente. Mejorar las retribuciones, reducir las jornadas parciales y el horario lectivo,
abordar la carrera profesional y hacer una inversión en formación para el desarrollo profesional y en recursos
materiales si queremos atraer a las siguientes generaciones.
Los docentes deben percibir
la importancia que tienen dentro de la sociedad y las campañas de concienciación respecto a su valor están bien, pero
no son más que un comienzo.
La valoración de la
profesión debe traducirse en hechos reales, que pasan necesariamente por condiciones laborales adecuadas a la
importancia de su labor para toda la sociedad. Dentro de estas condiciones laborales, es imprescindible asegurar que
los profesores sepan que están respaldados y protegidos en el desarrollo de su profesión y que existe “tolerancia
cero” hacia cualquier tipo de actuación o actitud que impida la correcta convivencia entre los miembros de la
comunidad educativa.
Si bien en el curso actual
se ha producido un notable incremento de profesorado, como única forma de poner en marcha las medidas
higiénico-sanitarias establecidas por las autoridades madrileñas, ANPE-Madrid insiste en la necesidad de dar carácter
de continuidad al descenso de las ratios por aula, así como de disminuir el horario lectivo de los profesionales. Los
profesores se ven desbordados por el elevado número de alumnos que deben atender, al que se suma la ingente cantidad
de tareas burocráticas que conlleva la labor docente.
Es imprescindible situar la
educación en el centro de los intereses y prioridades de la sociedad. Los profesores son el pilar fundamental de
cualquier sistema educativo. Su labor es la pieza clave del proceso educativo y de sus buenos resultados. Si queremos
ofrecer a los alumnos una educación de calidad urge que los gobiernos, tanto el nacional como los autonómicos, pongan
en alza la profesionalidad y el buen hacer de los docentes. La defensa de nuestra profesión y de los profesionales
debe ser reconocida y protegida desde todas las instancias sociales.
La inestabilidad e
incertidumbre política y de crisis institucional que vivimos en este momento, agravada por la pandemia, haría
necesario, ahora más que nunca, un Pacto de Estado político, social y territorial que preserve a la Educación de la
confrontación ideológica permanente ante cualquier cambio, modificación o reforma que deba acometer nuestro sistema
educativo, y que la convierta en una verdadera prioridad política y social.
Madrid se sitúa como una comunidad puntera en España y a la altura de países ubicados en la franja de la excelencia educativa gracias a un profesorado al que cada día se le pide más formación específica y que modifique su forma de enseñar, además de un gran esfuerzo personal para paliar las deficiencias del sistema.
Desde ANPE-Madrid
seguiremos reclamando el reconocimiento de la labor docente y exigiendo que se mejoren sus condiciones laborales, para
que se pueda seguir construyendo una educación de calidad donde se pueda atender a las necesidades educativas de todos
los alumnos de la Comunidad de Madrid.
Somos conscientes de que los docentes, en los momentos difíciles, siempre hemos respondido con responsabilidad, dedicación y entrega para asegurar que los alumnos reciban una educación adecuada.
Vivimos tiempos difíciles,
pero el compromiso con la defensa de los derechos y condiciones sociolaborales del profesorado y con una educación
pública de calidad son nuestra única razón de ser.
Los recortes y la falta de inversión de años anteriores han llevado al sistema educativo al límite