Igualdad y equidad


Igualdad y equidad 
Dos conceptos contrapuestos y complementarios

Carolina

 

 

Carolina Fernández del Pino Vidal
Vicepresidenta de ANPE-Madrid

 

Una sociedad justa debe buscar
potenciar a cada uno de sus
integrantes al máximo de sus
posibilidades

Una de las acepciones que la Real Academia da para “igualdad” es “conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad”. Por otro lado, define la equidad como “disposición de ánimo que mueve a dar a cada uno lo que se merece”.

La equidad puede implicar desigualdad, ya que, si tomamos en cuenta el punto de partida de cada uno y pretendemos que todos lleguen al mismo objetivo, habrá que dar a unos más que a otros. Es la aplicación de la desigualdad como camino hacia la igualdad.

Las sociedades avanzadas buscan la igualdad de oportunidades y consecución de objetivos compensando y respetando diferencias que pueden darse por origen, género, clase social, creencias religiosas, costumbres culturales, capacidades o ritmos de maduración.

En educación, para lograr esta meta, durante décadas se han implantado políticas que permitían flexibilizar currículos, metodologías, objetivos, criterios de evaluación y adaptaciones de otro tipo.

Nunca he entrado en un aula donde las personas fuesen ni remotamente iguales. Cada uno traía consigo su bagaje vital y sus capacidades personales. Cada uno de los alumnos que he tenido ha sido único.

iStock-488313722No son iguales ni van a alcanzar los mismos objetivos. No tienen los mismos intereses ni las mismas capacidades. Obviar esta realidad es condenar a nuestros alumnos a un sufrimiento innecesario.

Hay unos mínimos que debemos exigir a la mayoría, pero aun con todos los recursos que tenemos o podríamos tener para compensar las distintas situaciones y realidades, estos mínimos no siempre se pueden alcanzar.

Creo que una sociedad justa debe buscar potenciar a cada uno de sus integrantes al máximo de sus posibilidades e intentar compensar las desigualdades que puedan existir por razones de entorno o características personales.

Pero también creo que imponer la igualdad por encima del sentido común, sin tener en cuenta el bienestar o la realidad de los individuos, solo en base a un interés polí­tico –captar adeptos, quedar bien con lo políticamente correcto o acaparar atención mediática– tiene poco o nada que ver con la educación, los alumnos y sus distintas realidades, y mucho menos con la igualdad y la equidad.

Políticos y demagogos se benefician de lo mediática que resulta la educación y se abalanzan a teorizar y legislar sin sopesar la consecuencia de sus acciones ni consultar a los profesores, los verdaderos profesionales con experiencia a pie de aula.

El problema de la educación no es una cuestión de proyectos rápidos de tal o cual partido, sino que requiere precisamente todo lo contrario: que se despolitice y con calma se alcance un consenso en cuanto a lo que realmente queremos conseguir, sin escondernos tras lo que dicte lo políticamente correcto de cada momento. 

Si además se abordan temas tan complicados como las necesidades especiales de ciertos colectivos, no se puede destruir todo por razones de conveniencia política, sin antes considerar y sopesar las posibles carencias y las soluciones con tiempo y objetividad.

En la educación, como en tantos otros campos de la vida, es preferible actuar que reaccionar. Actuamos cuando tomamos decisiones; reaccionamos cuando las toman otros.

La equidad consiste en dar a
cada uno lo que necesita

La educación es demasiado importante para estar siempre reaccionando. Va siendo hora de que los políticos dejen a un lado sus intereses momentáneos y volvamos a tener hombres de estado. Personas que tengan en cuenta el bienestar del país y sus ciudadanos por encima de sus proyectos personales, o de partido, a corto y medio plazo.

La equidad consiste en dar a cada uno lo que necesita, y la igualdad, aunque es un pilar fundamental de toda sociedad democrática y avanzada, no es siempre posible. Sería muy triste que nuestros dirigentes y políticos por “quedar bien” y cumplir con teorías de moda, o con el primer demagogo que pasaba por ahí, aumentaran aún más las desigualdades y la problemática específica de algunos colectivos imponiendo una igualdad sin equidad.