A golpe de titulares
La política al estilo “Sálvame Deluxe”
Carolina Fernández del Pino Vidal
Secretaria de Acción Sindical
Hace unos días, zapeando en busca de algo que ver, me paré un breve instante en un conocido programa de debate político que ameniza nuestros sábados. No tuve tiempo de darme cuenta de lo que estaban hablando pero el lenguaje corporal, los gestos, los gritos me hicieron caer en la cuenta de que el ambiente banal, agresivo, superficial y carente de contenido era exacto al de “Sálvame Deluxe”, fabricado a base de mentiras, medias verdades y hechos y argumentos irrelevantes o distorsionados.
El golpe de realidad me hizo comprender lo que ya sabía: nuestro panorama político se rige por titulares y está carente de debates profundos, negociaciones sinceras y preocupación por el futuro de nuestra nación. La educación, por tanto, también. Polémicas absurdas, por la superficialidad con la que se debaten, atrapan durante semanas la atención de la sociedad. Todo el mundo piensa que tiene los conocimientos necesarios para opinar y dictaminar sobre nuestra parcela profesional y vemos cómo estallan incoherentes intercambios en las redes sociales, basados en argumentos inexistentes más allá de opiniones personales sobre deberes, modelos nórdicos, evaluación del profesor, el papel del profesor, métodos innovadores, nuevas tecnologías, la conveniencia de tal o cual asignatura…
Y esto no sería grave si el nivel de debate, de argumentos, de profundización solo afectase a estas criaturas de las redes. Lo grave es que, como nación rendida ante las nuevas tecnologías y ya acostumbrados a recibir y transmitir pensamientos en 140 caracteres o imágenes impactantes, no parecemos estar dispuestos a invertir el tiempo necesario para hacer un análisis profundo, que demanda paciencia y esfuerzo y además requiere dejar las “religiones” políticas en casa. Sin hablar de otra enfermedad de nuestros tiempos, que es la de no querer aceptar realidades incómodas sobre el presente y el futuro.
La educación, como el futuro de las pensiones, la sanidad y otros tantos temas de suma importancia para nuestro país requieren un debate honesto basado en un análisis y diagnóstico de la situación global y específico de cada tema.
La reforma educativa que tantos reclaman a la de “ya”, como si fuese una entrada al cine, se debe basar en un análisis veraz y completo de la situación real de nuestro sistema educativo, donde habría que diagnosticar dónde se están obteniendo los resultados deseados y dónde no, y buscar las razones detrás de estas carencias, si las hubiese, antes de lanzarse al cambio sin una reflexión previa de las consecuencias de estas novedades novedosas. Pero también requiere una declaración clara de intenciones. ¿Qué objetivos queremos lograr obligando a todo ciudadano a estudiar un mínimo de 12 años? ¿Qué objetivos marcamos teniendo en cuenta las futuras necesidades del país o sociedad? ¿Qué objetivos marcamos teniendo en cuenta a los individuos y las realidades del mundo en que tendrán que manejarse?
Si uno se distancia lo suficiente del corral de gallinas en que se ha convertido el panorama político y realmente escucha lo que los cuatro partidos y demás “profesionales” dicen, se percibe claramente que no solo existe una confusión por las opiniones divergentes de cada uno de los partidos o asociaciones, sino que además, incluso dentro de los mismos partidos o grupos, hay confusión y esto se debe a que a base de utilizar, a lo largo de los años, tantas palabras pedagógicas vacías de contenido real, ya muy pocos saben de qué están hablando. Oponen sus modelos educativos con vehemencia, modelos desarrollados por pedagogos que cobran su sabiduría y conocimiento a precio de oro sin tener ni ganas ni tiempo de pisar las aulas sobre las que predican con tanta seguridad. Estos profesionales de la educación, que por otro lado nunca han educado y que me recuerdan a esos personajillos del salvaje Oeste que iban de pueblo en pueblo vendiendo sus elixires de crecepelos o cosas parecidas. Son más elegantes los de ahora, pero sus fórmulas, ahora como entonces, se basan en “mágicos” potingues o conocimientos que conseguirán resultados espectaculares con poco esfuerzo por parte del incauto comprador.
Cada año añaden palabras nuevas a este diccionario sin sentido —”capacidades”, “competencias”, “ejes transversales”, “inclusión”, “nuevas metodologías”, “enseñar a aprender”, “aprender a aprender” y la última en ponerse de moda, “memoria estructurada”, que parece referirse a que se acaban de dar cuenta de que la memoria sí tiene su valor, pero para no contradecirse han inventado un término para decir que sí, que la memoria sí, pero no como se utilizaba en el proceso educativo antes, aunque al final de leer las explicaciones pertinentes he llegado a la conclusión de que es exactamente igual, pero explicado con palabras más bonitas. Lo que sí es cierto es que la memoria estructurada o lo que toque es una mina de oro para algunos, que con libros “profundos” y debates “pagados” se aseguran los ingresos un año más. Los profesores vamos asumiendo estos términos para copiarlos en documentos oficiales. Sin embargo, me pregunto cuántos profesores se creen esta palabrería. Pregunté a una profesora, por lo bajini, si ella notaba que enseñaba las tablas de multiplicar de forma distinta ahora, y ella por lo bajini me contestó que no. Los profesionales de la educación, los profesores, nos vemos inmersos en intentar entender de qué manera toda esta palabrería afecta a nuestra labor, la de enseñar. Después de unos años en el aula sabes que poco. Más papeleo y un esfuerzo para estructurar nuestra memoria y documentos con nuevas palabras, pero poco más.
No creo que vaya a producirse un pacto educativo, pero sueño el sueño imposible: que los políticos busquen un terreno de encuentro sin titulares, que se lleve a cabo un diagnóstico sin intentar manipular los datos para llevar el gato al agua, que se hable con los profesionales, los profesores, y que se inicie un debate tranquilo, profundo, honesto sobre dónde estamos y a dónde queremos llegar. En el futuro no estarán los políticos ni los pedagogos de hoy en día, pero sí los resultados de las decisiones que hayan tomado.
La Comunidad de Madrid creará el sello Empresa comprometida con la conciliación familia-escuela, que concedería a diez empresas en 2017, a 20 en 2018, a 40 en 2019 y a 80 en 2020. No sé si a las empresas, con la que está cayendo, les va a motivar mucho este sello que recibirán si facilitan que sus empleados acudan a las tutorías de sus hijos en los centros educativos, lo que sí sé es que la Comunidad de Madrid, o por lo menos la Consejería de Educación, no podrá otorgarse este sello por ahora, ya que a fecha de hoy ningún docente que dependa de ella puede acudir a la tutoría de sus hijos.
En los últimos meses, nos hemos visto inmersos en una actividad frenética acudiendo a mesas sectoriales y técnicas. A estas últimas asistíamos para abordar la problemática de distintas enseñanzas, mientras que en la Mesa Sectorial se negocian aquellas cuestiones que afectan al colectivo de docentes en general. Para preparar cada mesa técnica estudiamos la normativa pertinente, consultamos con centros, profesores, directores y delegados. Esto nos ha permitido llevar propuestas estudiadas y contrastadas a mesas técnicas de FP, EEOOII, EOEP, Inspección, Enseñanzas Artísticas y Formación. Sin embargo, después de comprobar los frutos que han dado estos encuentros, tengo la certeza de que hay poca intención de negociar y de recoger las aportaciones que todas las organizaciones llevamos.
Hemos visto cómo las medidas que pensaban tomar, se adoptaban o las anunciaban a la prensa sin pasarlas por el tamiz de las mesas técnicas. Una vez más, la Administración hace caso omiso a las opiniones de los profesionales. Y como siempre, es de esperar que ante esta sordera volvamos a repetir errores del pasado, ya que los cambios realizados o las novedades introducidas sin tener en cuenta la opinión de los que deben ponerlas en práctica en el aula siempre producen una implantación accidentada. Costaría muy poco, sería a coste cero escuchar y sin embargo daría buenos resultados.