Robótica e inglés




Mª Natacha Díaz Hernández
Profesora de Inglés

Una alianza innovadora que transforma el aprendizaje

Durante los últimos años he visto cómo la robótica educativa va ocupando, poco a poco, un lugar estable en los centros de la Comunidad de Madrid. Al mismo tiempo, el aprendizaje del inglés sigue siendo una prioridad clara en nuestras aulas. En mi experiencia, integrar ambos campos no solo es posible, sino que abre una oportunidad pedagógica muy valiosa: el aula deja de ser un espacio donde el idioma se trabaja de forma aislada para convertirse en un entorno donde el inglés se usa con un propósito real.

Cuando introducimos el inglés como lengua vehicular en actividades de robótica –por ejemplo, al pedir al alumnado que dé instrucciones a un robot– el idioma deja de ser “la materia” y se convierte en una herramienta. He comprobado que, en ese momento, los estudiantes entienden que usar el inglés tiene un sentido práctico: les ayuda a resolver un reto, a probar una idea y a ver un resultado inmediato. No es raro escuchar su entusiasmo cuando descubren que una instrucción correctamente formulada hace que el robot avance, gire o complete el circuito. Para ellos, el inglés deja de ser un contenido a memorizar y pasa a ser un medio para conseguir que las cosas sucedan.

La programación también nos permite trabajar el pensamiento computacional y el lingüístico de manera paralela. Secuenciar órdenes, anticipar resultados, corregir errores… son procesos que, de forma natural, conectan con la construcción del lenguaje. Además, el robot ofrece un feedback muy directo: si la instrucción no es clara, simplemente no funciona. Curiosamente, esto reduce el miedo al error y aumenta la motivación, porque entienden que equivocarse forma parte del propio proceso de aprendizaje.

El trabajo por proyectos en robótica se lleva a cabo de la mano de la creación de grupos cooperativos. En mi día a día he visto cómo, al asignar roles diferentes —programador, montador, comunicador, coordinador— cada alumno encuentra su espacio. Incluso quienes suelen participar menos se atreven a hacerlo, apoyándose en el trabajo con el robot y en la necesidad de comunicarse con sus compañeros. De este modo, el inglés circula de forma natural entre los miembros del equipo y la inclusión se convierte en algo verdaderamente tangible. Además, el profesorado también se beneficia: desarrollamos nuestra competencia digital y ampliamos nuestras estrategias metodológicas gracias a la puesta en práctica en el aula de proyectos interdisciplinares enmarcados en STEAM y bilingüismo.

Integrar ambos campos no solo es posible, sino que abre una oportunidad pedagógica muy valiosa

Estoy convencida de que unir robótica e inglés es una combinación poderosa. Favorece la creatividad, el pensamiento crítico, la competencia digital y, sobre todo, la comunicación real en lengua extranjera. Y lo mejor es que no requiere grandes inversiones: muchos centros ya disponen de kits básicos y formación docente gracias a iniciativas como Código Escuela 4.0, STEMadrid, ArchiT3D o RetoTech. El reto ahora es aprovechar esos recursos para crear experiencias significativas que preparen a nuestro alumnado para un futuro cada vez más tecnológico, global y exigente.