María Jesús Álvarez Núñez
Delegada de ANPE-Madrid
Una nueva ley de Educación,
y con esta, ya son ocho las leyes de educación en la democracia: LOECE. LODE, LOGSE, LOPEGCE, LOCE, LOE, LOMCE y
LOMLOE. Suma y sigue. Se nos están acabando las siglas…
Los profesionales de la
educación han tenido que someterse a ocho cambios de rumbo, impulsados desde la política. Ese modelo de racionalidad
técnica que les convierte en meros ejecutores de prescripciones externas y de reflexiones de investigadores que no dan
clase y que muchas veces desconocen la idiosincrasia de los centros, pero ganan más dinero que los que dan clase y los
superan en jerarquía epistemológica, tiene poca eficacia para el cambio profundo.
Se ha tenido poco en cuenta
la realidad y el sentir de los profesionales. Y eso conduce al fracaso de las leyes. Porque quienes tienen que llevar
a cabo una ley, quienes la tienen que aplicar en los centros y las aulas son los docentes. Y aquí parece que vuelve a
hacerse realidad el lema de los liberales franceses: “Todo para los profesores, pero sin los profesores”.
Los docentes tenemos el
deber de alentar a nuestro alumnado en la búsqueda de sus sueños, no la de robarles aquellos que están persiguiendo en
su vida laboral o personal. Decía Albert Einstein: “Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de
trepar a los árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”. Para poder ayudar a cumplir sueños, los docentes
necesitamos mucha formación, imaginación, entusiasmo… pero sobre todo una ley que nos respalde… En España ya hemos
perdido la cuenta de las leyes educativas que se han aprobado, algunas con más éxito que otras… pero todas con un
denominador común: tratan de atender a las necesidades de los alumnos, pero con una regulación obsoleta, un
diágnostico en desuso o ratios que no son acordes con la realidad actual de nuestras aulas.
Nos encontramos de nuevo
con una norma que no viene precedida por un acuerdo básico o por un pacto de Estado, que hubiera permitido la reforma
profunda y global que necesita la educación en España y que serviría para dotarla de estabilidad normativa y
perduraría en el tiempo. Es una reforma sin consenso social en aspectos básicos y sin modificar ni actualizar
normativas que no se ajustan a las necesidades actuales de la sociedad.
Cuando alguien llega nuevo
a una casa, lo primero que hace es amueblarla, si es que no tiene muebles; pero si los tiene, lo que se suele hacer es
ver qué encaja y qué no.
En educación, cada nuevo
gobierno trabaja como si se encontrase una casa sin amueblar, olvidándose de que en España ya hay muebles, aunque
muchos de ellos necesiten una actualización, una restauración u otro complemento que amplíe su servicio. Esto es lo
que sucede con la inclusión de los alumnos con necesidades educativas especiales.
La Ley Orgánica de
Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE, 1990) introdujo el concepto de “Necesidades Educativas Especiales”
(NEE). Pero es a partir de la Ley Orgánica de Educación (LOE, 2006), cuando se sustituye el concepto de “integración”
por el de “inclusión”.
Con el objetivo de
normalización, la LOE reforzó la necesidad de que la comunidad educativa se comprometiera a facilitar que todos los
niños y niñas estuvieran “incluidos” en la educación, y, por lo tanto, en la sociedad. En este contexto y en el mismo
año en que se aprobó la LOE, la Asamblea General de Naciones Unidas promulgó el texto sobre los Derechos de las
personas con discapacidad, instando a los países miembros a asegurar un sistema de educación inclusivo a todos los
niveles.
Posteriormente La Ley
Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE, 2013) añadió especificaciones acerca de las dificultades de
aprendizaje. Además, se contemplaron por primera vez las dificultades relacionadas con el Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad (TDAH).
Y la actual LOMLOE hace las
siguientes referencias a los alumnos con necesidades educativas especiales:
Ahora bien, el papel todo
lo aguanta, pero faltan datos de apoyos económicos y especialistas que puedan llevar esto a cabo y, sobre todo,
adaptar estas ideas a las comunidades autónomas para poder ponerlas en práctica.
Estamos en 2021 con una ley
de educación que convive con normativa que no se ajusta a nuestra realidad educativa actual, por ejemplo:
La Ley Orgánica tampoco
tiene en cuenta, que en función de donde nazca un alumno con necesidades educativas especiales, tendrá un protocolo de
actuación u otro, ya que este lo regula cada comunidad autónoma, puesto que para eso tienen las pertinentes
competencias, pero que a su vez no contemplan que un alumno se puede desplazar por el territorio español y en una
comunidad con un diagnóstico y determinados apoyos, y en otra, con ese mismo diagnóstico no tiene esos apoyos. Hay
ciertos aspectos de la educación que deberían ser universales para todo el territorio español.
Leyes de educación se hacen muchas, pero poco cambia, por lo que algo falla… Esperemos que, cuando las comunidades autónomas desarrollen esta normativa, ajusten más la atención de este alumnado, disminuyendo la ratio en las aulas que escolaricen a los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo o determinando el número de alumnos que puede atender un maestro de Pedagogía Terapéutica o de Audición y Lenguaje, se establezcan protocolos de intervención claros y comunes cuando se detecten posibles necesidades o dificultades, y tanto trabajo normativo que queda por hacer para que se produzca una verdadera labor de apoyo e inclusión educativa.