Esteban Serrano Tamayo
Secretario de Organización
La mejora de la calidad de la enseñanza es uno de los retos fundamentales para todos. Son especialmente significativos la cualificación y formación del profesorado, la programación docente, los recursos educativos y la función directiva, la innovación e investigación educativa, la orientación educativa y profesional, la inspección educativa y la evaluación del sistema educativo, como factores que favorecen la calidad y mejora de la enseñanza.
Por otra parte, hay que elevar la consideración social del profesorado, reforzar el sistema de formación inicial, en consonancia con la doble dimensión científico-pedagógica de la tarea de enseñar y de la formación que esta exige; orientar correctamente la formación continua y articular una carrera profesional donde evaluación, formación y progresión tengan cabida de un modo integrado.
En un sentido global, la carrera profesional es el diseño o arquitectura de una profesión, que regula desde la formación inicial, el acceso, la progresión profesional, hasta la jubilación. En un sentido estricto, nos referimos al modelo de progresión profesional que, sobre la base de la formación permanente y la evaluación del desempeño, permite a un docente promocionar o alcanzar mejoras profesionales y salariales a lo largo de su vida laboral.
Actualmente, en la Comunidad de Madrid disponemos solamente de un sistema de acceso desde el cuerpo y subgrupo de clasificación al que pertenezcan a otros cuerpos y subgrupos mediante un proceso de concurso-oposición, excepto para el acceso al Cuerpo de Catedráticos, donde tenemos la promoción a través de un concurso de méritos. Incluso en el Acuerdo Sectorial de 2018, la Administración se comprometió a favorecer en las convocatorias de procesos selectivos el acceso de los funcionarios del Cuerpo de Maestros a los Cuerpos de Profesores de Enseñanza Secundaria y de Profesores Técnicos de Formación Profesional. La carrera profesional debería suponer el derecho de los profesores a progresar, de forma individualizada, como reconocimiento a su desarrollo profesional en cuanto a conocimientos, experiencia y cumplimiento de los objetivos.
Otro ejemplo de la necesidad de una carrera profesional en nuestra comunidad autónoma es el siguiente. El personal docente y el personal estatutario de los Servicios de Salud se rigen por lo establecido en el Real Decreto Legislativo 5/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto Básico del Empleado Público. El personal estatutario posee una regulación de la carrera profesional regulada en cuatro tramos que se alcanzan cada 5 años de antigüedad, por lo tanto, dado que los docentes nos
regimos por la misma normativa, la carrera profesional docente debería ser, al menos, igual a la que se establece para los Servicios de Salud y no los 6 años actuales que comprende cada sexenio en Madrid.
Además, las cifras o resultados de los informes internacionales como PISA o TIMMS demuestran la relación entre carrera profesional y éxito educativo: los mejores resultados se dan en países con profesores con mejor formación inicial, con maestría pedagógica, con un acceso más exigente, una profesión con prestigio social, formación continua y autonomía pedagógica, plan de carrera y buenos salarios. En nuestro país, solo cinco comunidades autónomas disponen de un modelo de carrera profesional: Asturias, La Rioja, Murcia, Castilla y León y las Islas Baleares. En nuestra autonomía, ya hubo un intento de desarrollar una carrera profesional para los docentes madrileños, que lamentablemente quedó en nada, de ahí la necesidad de volver a retomar el tema.
Para ANPE-Madrid, resulta un aspecto prioritario el establecimiento de la carrera profesional docente, dado que no existe ninguna norma o disposición educativa que recoja la importancia de esta tarea profesional. Serviría para mejorar su prestigio y reconocimiento social, asociada a los debidos incentivos, también para captar a los más capacitados para el ejercicio de la docencia y generar la motivación y expectativas de progreso entre quienes ya ejercen la profesión y para la búsqueda de la excelencia profesional y, en consecuencia, del rendimiento académico del alumnado.
Hay que articular una carrera profesional donde evaluación, formación y progresión tengan cabida de un modo integrado