El 17 de febrero, ANPE-Madrid, en su afán de mostrar los diferentes rincones de Madrid, organizó la visita a uno de los templos más bonitos de la capital, si no es el más bello; por lo menos, el que causó mayor impresión a nuestro grupo de jubilados y profesores asiduos a nuestras visitas culturales.
Este frío día de invierno descubrimos la Real Basílica de San Francisco el Grande. Según nos explicó el guía, su nombre real es Santa María de los Ángeles, pero los madrileños la conocen, desde siempre, como San Francisco el Grande. Esto es debido a que, en el siglo XVII, existía un convento en la Puerta del Sol, llamado Convento de San Francisco de Paula y, como era de mayor tamaño, así se diferenciaban.
La historia de esta basílica es digna de leer con detenimiento, pero despertó la curiosidad de muchos de los que asistimos el dato relativo a que durante la Guerra Civil Española fue depósito de arte y mobiliario del cercano Palacio Real y que, terminada la contienda, al no ser catedral, pero sí del gusto de los nuevos dirigentes, fue declarada Basílica de Jefatura de Estado, siendo usada por Francisco Franco para los actos religiosos de carácter oficial.
A lo largo del siglo XX se realizaron reformas y rehabilitaciones, y permaneció cerrada durante décadas. En noviembre de 2001, la iglesia volvió a abrirse al público y en 2006 fueron desmontados los andamios instalados en el interior, que los restauradores habían empleado para la recuperación de las pinturas.
Dimos una vuelta por las diferentes y preciosas capillas que se disponen tres a cada lado, en el sur y norte de la circunferencia central de la planta, y que llevan el nombre de: Capilla de San Antonio de Padua, en la cual las pinturas, como en las demás capillas, están realizadas en óleo sobre yeso y que fue utilizada desde 1869 como Panteón Nacional de Hombres Ilustres; Capilla de Santiago de Compostela, que también recibe para los franciscanos el nombre de Altar de las Órdenes Militares; Capilla del Altar de Carlos III, sobre una de cuyas pinturas nos explicaron que el autor incluyó un guiño a su monarca, con los colores rojo y amarillo como bandera de España, ya que los tres ángeles, a diferencia de la iconografía general angelical con colores blancos, azules y pastel, visten uno de amarillo y dos de rojo; Capilla de la Virgen del Olvido, dedicada a la reina María de las Mercedes. En esta capilla el guía nos dio un dato que nos dejó impresionados: la cancela, al igual que las de todas las capillas de la Basílica, está fabricada en hierro dulce que forma los accesorios más costosos de todo el templo; Capilla de la Pasión del Santísimo, utilizada una vez al año en Semana Santa, y la Capilla Mayor, instalada en el ábside.
Aunque la Antesacristía, Sacristía y Sala Capitular merecen un comentario, destacaremos la Cúpula. Sus dimensiones de 57 m desde el suelo hasta la linterna, y 33 m de diámetro la convierten en la más grande de España y la cuarta de la Cristiandad, aunque la tercera de forma circular. Esta cúpula abarca toda la superficie del templo, hecho que nos sorprendió, pues desde fuera no se imaginaba que, al entrar, ya estamos bajo su manto.
El almuerzo en el restaurante Basarri Gin Club puso punto final a este día inolvidable.