Gracias, compañero de sueños
Hoy ha parado el Tiempo tu partida, las lágrimas del Hierro, congeladas, rabiosas por su empuje, resbalaban en sangre; encarnizada despedida.
Se difumina el brazo levantado en el Claustro, rebelde, inconformista, currante de la práctica y la tiza... amigo sonriente, enamorado.
Alumnos, compañeros, consternados ante la realidad amarga: duelo hondo, seco, sin llanto ni pañuelo.
Desde Allí empujarás nuestras mañanas repitiendo con chispa, bullanguero: "Buenos días a todos... y a Gallego".
Julio Blázquez González
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